Frutas como fuentes de energía alternativas

Recientemente y desde hace varios años se han llevado a cabo varios experimentos para tratar de generar una fuente de electricidad alternativa que utilizando como elemento principal algunas frutas o verduras.

Entre todos los alimentos comunes con los que se ha intentado producir energía, los que van a la cabeza son las patatas y los cítricos, ya que han demostrado ser los que mayor “capacidad energética poseen”.

Para que la fruta sea válida para utilizarla en este tipo de experimentos debe de cumplir varios requisitos: ser una fruta o verdura con jugo y contener almidón, azúcar y un ácido. Estos componentes son los que funcionarán como electrolitos, es decir, como material para impulsar los electrones. Algunas de las frutas idóneas como fuente de energía serían los limones, las naranjas, las manzanas, las patatas, los plátanos o los kiwis.

El resultado se produce por una reacción de corrosión. El ácido de la fruta corroe el zinc, y este a su vez cede electrones que viajan hacia el cobre.

Hay que tener en cuenta que el zinc tiene un potencial de oxidación más alto que el cobre, por lo que éste forma sales con los ácidos de la fruta. Puesto que el cobre solo funciona como conductor, no se oxida. Al producirse la reacción electroquímica es cuando se consigue que las frutas generen energía eléctrica.

Por el momento, los científicos no han logrado adaptar este sistema para que funcione a una escala mayor, sin entrar en conflicto con agricultores locales y grandes productores. No obstante, seguirá siendo un recurso para producir energía a pequeña escala o como experimento básico con el que incentivar el interés por la ciencia entre futuras generaciones.